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Cada persona es un mundo diferente y es sensible de manera diferente a las mismas cosas. Mientras que a una persona la puede alterar demasiado que un extraño la ofenda verbalmente en la calle, a otra persona esto no la afecta. Algunas personas se irritan muy fácilmente por cuestiones que para los demás no son tan importantes, otras se molestan por nimiedades mientras que algunas difícilmente se dejan afectar por nada.

¿Por qué sucede esto?
¿Qué hace que una persona apenas reaccione emocionalmente a algo, mientras que otra difícilmente puede controlar su ira por el problema más sencillo?


No todas las personas reaccionan igual a los mismos eventos y esto sucede porque la forma en la que una persona percibe una situación particular es diferente en muchos sentidos. En esta publicación, intentaré explicarte un poco mejor por qué sentimos diferentes y por qué entender esto nos hará más inteligentes a nivel emocional y mejorará nuestras relaciones con los demás de manera significativa.



La forma en la que una persona se relaciona con sus emociones es particular y específica a esta persona. Es decir, la forma en la que identifica, comprende y regula sus emociones es completamente diferente a como lo hace otra persona, incluso si se trata de personas con un temperamento similar, hermanos con la misma crianza o incluso gemelos idénticos.

1. La vulnerabilidad emocional dada por el temperamento y la genética


Nosotros heredamos el temperamento de nuestros padres y con ello cierta predisposición a que nos afecten algunas cosas más que otras. Así como heredamos cierta estatura o complexión, también heredamos un montón de configuraciones biológicas, como las enfermedades a las que somos más propensos, la facilidad para desarrollar ciertas tareas, las agudeza de nuestra visión y un largo etcétera.

Igualmente, heredamos cierta disposición de nuestro sistema nervioso, el centro de control principal de nuestro cuerpo. El sistema nervioso que tenemos determina si seremos más sensibles a ciertas emociones o no. Si heredamos esta vulnerabilidad emocional, sentiremos con muchísima más intensidad algunas emociones.

Y no se trata de una cuestión de actitud o de mentalidad, sino que biológicamente nuestro cerebro le da más importancia a ciertos estímulos y determina que esas emociones se deben sentir con mayor frecuencia, intensidad o duración.

Si no entendemos muy bien esto, es más fácil para nosotros decirle a una persona que nos importa mucho, cosas como:

- Es que usted es muy exagerado.
- No entiendo por qué se deja afectar tanto por algo tan tonto
- No es para tanto.
- No le preste tanta atención a eso. Igual siempre pasa lo mismo


La persona que siente de esa manera no elige ser más sensible por capricho. Imagina que fueras alérgico a un medicamento o alimento y por accidente consumes ese alimento o medicamento y comienzas a tener una reacción fuerte a nivel físico y psicológico. Imagina entonces que alguien te dice que estás exagerando los síntomas. Para ti no se trata de algo que controlas, sino algo que tu cuerpo hace independiente de que tú quieras.

De la misma manera, nuestra primera lección es que algunas personas sienten las emociones de manera más intensa porque su cuerpo así lo determina y no es que exageren.

Como su configuración biológica los hace más sensibles a ciertas emociones, también los hace más reactivos. Imagina que vas a la playa y el sol quema tus hombros y tu espalda. Al día siguiente, alguien que no te conoce te saluda con una fuerte palmada en tu espalda. Tu sensación inmediata va a ser de dolor (porque estás más sensible, aunque no quieras) y la reacción que tendrás va a ser más rápida: intentarás retirarte o retirar la mano de la persona que te está tocando y posiblemente vas a mostrar disgusto, desagrado o sorpresa. De cualquier manera, será una reacción muy difícil de controlar para ti, incluso si sabes lo que va a ocurrir con antelación.

De la misma forma, una persona que es sensible emocionalmente va a reaccionar de manera más intensa y más rápida a cierto suceso. Así, nuestra segunda lección es que algunas personas van a reaccionar más rápida e intensamente a ciertas emociones debido a la sensibilidad que les produce.

Finalmente, las personas con esta vulnerabilidad emocional van a tardar más tiempo en calmarse o volver a un estado de tranquilidad. No sólo sienten más y reaccionan "peor", sino que las emociones pueden durar más o será más difícil experimentar una emoción contradictoria inmediatamente después.

En otras palabras, si existe algo que te hizo sentir mucha ira, tu ira va a durar un poco más y/o será más complicado para ti disolver esa ira para experimentar tranquilidad, calma o paz justo después del evento que desencadenó esa emoción.

Nuestra tercera lección consiste entonces en que a algunas personas les tomará más tiempo retornar a la calma luego de una emoción intensa.

No necesariamente una persona va a cumplir con estas tres características. A continuación te presento las diferentes opciones para que intentes identificarte con una de ellas. Personalmente, yo suelo ubicarme en el tipo G:

A. Sientes intensamente, tu reacción es fuerte y no regresas a la calma tan rápido.
B. Sientes intensamente y tu reacción es fuerte pero dura muy poco.
C. Sientes intensamente, tu reacción no es tan fuerte pero te dura mucho.
D. Sientes intensamente, pero tu reacción no es tan intensa y regresas a la calma muy rápido.
E. No eres tan sensible, pero tu reacción es fuerte y te demoras en calmarte.
F. No eres tan sensible, tu reacción no es tan intensa pero te cuesta retornar a la calma.
G. No eres tan sensible, pero tu reacción es fuerte aunque dura muy poco.
H. No eres tan sensible, tu reacción no es tan fuerte y regresas fácilmente a la calma.

2. La vulnerabilidad emocional dada por la historia de vida


Otro tipo de vulnerabilidad que afecta la forma en la que sentimos algunas cosas está determinada por nuestro pasado. Nuestras vivencias nos enseñaron cosas importantes y moldearon nuestra personalidad hasta cierto punto. Si esas vivencias estuvieron cargadas además de emociones muy fuertes, procuraremos consciente e inconscientemente no repetirlas si las percibimos como negativas.

Por ejemplo, si creciste en un ambiente donde expresar tus emociones y dejarte afectar por ellas era castigado, juzgado, recriminado o considerado como una muestra de debilidad; es muy probable que más adelante en tu vida hayas desarrollado un mecanismo que te permitiera evitar esas consecuencias negativas. Posiblemente, esto te convirtió en alguien poco expresivo o incluso pudiste haber ido más allá y hacerte menos sensible.

En ese momento de tu vida, no tenías la madurez suficiente ni te habías desarrollado intelectual y emocionalmente para hacer algo al respecto, así que hiciste lo que pudiste para adaptarte o soportar esa situación.

3. La vulnerabilidad emocional dada por el contexto


El contexto familiar, social, laboral y cultural en el que nos desenvolvemos también da cuenta de ciertas vulnerabilidades a nivel emocional porque determina qué debemos sentir, cómo, cuándo, dónde y durante cuanto tiempo.

Esto puede llevar a que seamos invalidados emocionalmente sin apenas notarlo, cuando recibimos comentarios como:

- Los hombres no lloran por eso
- Deberías sentirte bien porque al menos no te paso esto o lo otro.
- Te estás enfocando en lo malo.
- Usted es una nena, que se deja afectar por esas bobadas.
- Hay personas que sufren más que tú y tienen verdaderos problemas.
- No te fijes en eso. Llora por algo que valga la pena.
- Sigue adelante porque tienes oportunidades que los demás no tienes. No tendrías por qué sentirte de esta manera.
- Yo nunca me dejaría afectar por eso.
- No te sientas triste
- No entiendo por qué le das tanta importancia.
- Hay personas con problemas más graves que el tuyo.
- No llore por pendejadas
- Si te estresas por eso, no sabes manejar la presión en el trabajo
- Eres una persona resistente a los cambios
- Parece una mujer lamentándose por eso
- En la vida hay que aceptar que no todo es color de rosa
- Hay otras personas que harían lo imposible por tener lo que tú tienes, mientras tú te estás quejando.

En otras palabras, no se le da lugar a nuestras emociones, se niegan, se minimizan, se ridiculizan, se intentan eliminar o sencillamente no se les reconoce como válidas e importantes. Esto se puede ver de muchas maneras en los diferentes contextos en los que nos desenvolvemos cuando se burlan en la familia si nos enojamos, cuando se nos condena o señala por ser vulnerables emocionalmente en el trabajo, cuando se invalida lo que sentimos porque somos adolescentes, o mujeres, o inmaduros o poco capaces y a nivel cultural cuando se nos vende el ideal de una persona que es determinada, que no siente miedo o no lo expresa, que no se deja derrumbar por los problemas de la vida y siempre está sonriendo y es positiva en todo momento, en una especie de tiranía del positivismo.

4. La vulnerabilidad emocional dada por las atribuciones y las creencias


La forma en la que entendemos las emociones y nuestra vida también configuran nuestra vulnerabilidad emocional.

Por ejemplo, si en situaciones problemáticas tiendes a echarte la culpa por algo que sucede, esto hace que tu reacción emocional sea diferente a una persona que tiende a echarle la culpa al contexto, a otras personas o al destino.

Si decides atribuirle una gran importancia a ciertos eventos, la manera en la que definirás y guardarás en la memoria esos eventos va a ser mucho más significativa. Si para ti fue muy importante la aprobación de tus padres o el buen trato que recibías de ellos, pero desafortunadamente tus padres no fueron muy expresivos en su aprobación o te trataron mal, tu afectación será mayor.

En otras palabras, tú le otorgas un valor a las cosas y en esa medida reaccionas emocionalmente a esas cosas. Si para ti no es tan grave que te lleguen tarde a una cita, la ira o el disgusto que sentirás si sucede será mucho menor; pero si por el contrario, en tu sistema de creencias, en lo que valoras como importante o fundamental, una persona te miente y para ti eso es imperdonable, tu afectación emocional será mucho más alta que para la mayoría de personas a tu alrededor.

5. La vulnerabilidad emocional dada por aspectos temporales


Finalmente, existen aspectos temporales y muy específicos de cada situación que nos hacen más vulnerables emocionalmente en un momento dado. Algunos de los más relevantes son los siguientes:

A. Enfermedades

Sin duda alguna, las enfermedades pueden afectar cómo nos sentimos a diario. Si una persona tiene un padecimiento fisiológico, estará más propensa a experimentar emociones de manera más intensa y contará con menos recursos y disposición para hacerles frente.

B. Falta de sueño

El sueño es un regulador natural de nuestras emociones. Si no dormimos lo suficiente, vamos a estar más irritables al día siguiente y nos costará más trabajo mantenernos tranquilos y atentos.

C. Falta de descanso

De la misma manera, si estamos fatigados, nuestras emociones serán experimentadas de manera diferente. El descanso es fundamental para que tengamos la energía necesaria para hacer frente a los retos de cada día.

D. Alimentación inadecuada

Si nuestro cuerpo no está nutrido apropiadamente, funcionará a media máquina y tendrá que hacer esfuerzos a los que no está acostumbrado para rendir como usualmente lo hace. Esto implica desgaste y desequilibrio, lo que impactará nuestras emociones también.

E. Problemas y dificultades en otras áreas

Para la gran mayoría de personas resulta muy complicado separar un problema de otro o una emoción de otra. Si tienes problemas económicos, pero además discutes constantemente con tu pareja, es posible que tu estado emocional se vea afectado en otras áreas como la familiar o la laboral.


CONCLUSIÓN


Ahora puedes entender mucho mejor la manera en la que sientes porque sabes que existen muchos factores que están influenciando tus emociones a cada momento, algunas de ellas son permanentes mientras que otras son temporales.

Cuando reconoces cómo funcionan tus emociones y cómo surgen y se manifiestan en tu caso particular, no sólo estás mejor preparado, sino que también comprendes mejor qué puedes hacer y qué no para regular tus emociones, así como las cosas que debes evitar y las que debes procurar hacia ti mismo y hacia los demás.

Al saber que tienes cierta predisposición genética, tus niveles de culpa o de frustración pueden disminuir porque reconoces que sientes y reaccionas de cierta manera de acuerdo a un programa biológico, aunque este no sea 100% responsable de tus emociones. Así, entiendes mejor lo que sucede y puedes distinguir entre aquello que no puedes cambiar y aquello que sí.

Si eres capaz de comprenderlo en ti mismo, te será mucho más fácil comprenderlo en los demás. Tal vez la próxima vez que veas a alguien emocionalmente afectado, tendrás una perspectiva más amplia de por qué puede sentirse así y qué está influenciando su estado emocional en ese momento; serás más asertivo y podrás ayudar a esa persona de una manera más efectiva.

PARA HACER


1. Haz una lista de 10 cosas que te afectan emocionalmente de manera intensa y profunda y que sabes que para muchas personas no es para tanto. Compártela en los comentarios para así discutir la forma tan diferente en la que sentimos las personas.

10 cosas que me molestan más que al resto

2. En la misma medida del ejercicio anterior, haz una lista de 10 cosas que apenas te afectan pero que sabes que son fuente de gran malestar para otras personas. Reconocer que todos sentimos diferente es un gran avance hacia la comprensión de las otras personas.

Cosas que no me molestan tanto como al resto del mundo

3. Elabora diferentes listas para cada una de las áreas de tu vida. En cada una de ellas específica cómo te sientes y por qué. Trata de diferenciar estas áreas en tu vida diaria, como si tuvieras un cajón diferente para cada área. Así evitarás confundirte con tantas emociones y problemas que puedes tener a nivel general. Si dejas ciertas emociones en los compartimentos que les corresponden, por decirlo así, te será más fácil darles el manejo apropiado.

Áreas de mi vida

PARA DISCUTIR


1. Por favor comparte con los lectores del blog algunas frases que se utilizan para invalidar las emociones que experimentas en tu familia, en tu comunidad, en algún grupo o colectivo del que seas parte, en tu sociedad o en tu cultura particular.

2. ¿Existe alguna enfermedad que esté afectando tu estado emocional en general en este momento? Dale un mensaje a todas las personas que pueden estar padeciendo lo mismo.

3. ¿Sufres de insomnio o de algún trastorno del sueño? ¿Cómo te han afectado estos patrones disruptivos del sueño a nivel emocional?

4. ¿Estás todo el tiempo agotado debido a tus múltiples responsabilidades que apenas tienes tiempo para distensionarte, divertirte o descansar? Haz un análisis de los ajustes que podrías hacer para dedicar un tiempo para ti mismo y darle la oportunidad a tu mente y a tu cuerpo para que se recuperen. Discútelas con el resto del grupo.

5. ¿En qué sentido crees que te afectan emocionalmente ciertos alimentos, tus horarios para comer o la cantidad de comida que ingieres en un momento dado? ¿Alguna vez habías pensado en la forma en la que tus hábitos de alimentación influyen en tus emociones? ¿Usas la alimentación para regular ciertos estados emocionales?

6. ¿Por qué las emociones se hacen más difíciles de manejar cuando se confunden unas con otras o cuando mezclamos las causas de unas con las causas de otras? ¿Es fácil manejar las emociones cuando están uniéndose con otras? ¿Por qué nos cuesta tanto separar las diferentes emociones que sentimos?

7. ¿Cuál es la creencia más perjudicial que tienes frente a las emociones en tu vida?

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